Esta es una elección algo sorprendente de uno de los directores más interesantes de nuestros días, Darren Aronofsky. Sorprende en comparación con sus anteriores trabajos, de corte más extravagante, lo último que hemos visto ha sido La fuente de la vida. Pero también sorprende en contraposición a algunos de los proyectos que había barajado: Watchmen (que finalmente se la ha quedado Zack Snyder) o una versión personal del manga Kozure Okami (Lone wolf and cub). Estos y muchos otros proyectos pintorescos, muy apropiados para el director, han terminado quedándose en el tintero, y en su lugar, se ha decantado por una opción mucho más conservadora, de corte independiente. Y me refiero no tanto al significado primigenio del concepto de cine independiente, en contraposición al de estudio; sino más bien a ese género Sundance tan identificable.
Nos cuenta la historia de un profesional de la lucha libre, desde un punto de vista que, argumentalmente hablando, no parece alejarse demasiado de otros títulos de descenso y superación. Quizá el símbolo más evidente de esta anomalía en su filmografía lo encontremos en la fotografía. Por primera vez prescinde del interesante Matthew Libatique y en su lugar opta por la francesa Maryse Alberi, una de las responsables del look sundance más reconocible, con películas como Happiness o Velvet Goldmine. Aronofsky a querido buscar un estilo casi documental, que es lo que se lleva ahora, y un realismo que se alejan completamente de su estilo, más bien artificioso. Al menos, para la banda sonora, ha conservado a Clint Mansell, aunque haya canciones en la banda sonora, también más de corte independiente.
Me he referido a este cambio como anomalía, pues el siguiente proyecto, la nueva entrega de Robocop, vuelve un poco a la línea arriesgada que caracteriza a este director, y lógicamente, con Libatique a sus órdenes de nuevo. Hay que tomar por tanto este trabajo, como una inquieta incursión en un estilo distinto. Aún así, podremos encontrar elementos ya conocidos, especialmente en comparación con el que parece su título más cercano: Requiem por un sueño. Por un lado el espectáculo mediático y por otro el patetismo humano, seguramente se encontrarán cerca de aquella película.
Este no es el Aronofsky que más me interesa ver, cualquiera de sus proyectos suspendidos me resultaban más atractivos, sin embargo, creo en su talento y sobre todo en la albadísima interpretación del casi Oscar Mickey Rourke. Eso sí, espero que no se acomode con los muchos premios recibidos y continúe arriesgando en el futuro. Creo que así será.