Nos contó Oliver Stone antes de dar paso al estreno mundial de este LOOKING FOR FIDEL que no es una continuación, ni un apéndice ni una secuela de su primer documental sobre la figura de Castro, COMANDANTE. Está bien saberlo, es algo que quería saber y me gustó que el propio Stone nos lo aclarara allí en persona; porque no he visto COMANDANTE. Porque tengo entendido que Stone en esa primera incursión se dejó llevar demasiado por la fuerza, el carisma y la enrome capacidad de seducción de ese personaje que es Fidel. Por qué será, quizás por eso, que no me creo exactamente, diga lo que diga Oliver Stone, que esto no es un apéndice. Más bien pienso que Stone,dolido por esas críticas que le dicen que no supo poner a Fidel contra las cuerdas, ha decidido volver (aprovechando los procesos a disidentes, y varios secuestradores que tomando aviones y barcos intentaban huir de la isla; algunos de ellos fueron ejecutados, otros condenados a cadena perpetua, 30 años, etc.) para ser más crítico, más directo, para preguntar, insistir y atosigar.
Es cierto que al hacer un documental sobre la figura de Fidel es imposible que su fuerza como personaje, su carisma, sus dotes de seductor, esa mezcla de anciano entrañable y de líder con un magnetismo animal, salgan a florecer en el metraje. Fidel tiene todas esas cualidades, sabe explotarlas y nunca las perderá. Y son precisamente cualidades que una película de este tipo potenciaincluso involuntariamente, saltan a la vista, se hacen aún más evidentes. Pero Stone, al menos esta vez, ha sabido plantear cuestiones críticas a Fidel. Este, siempre, siempre, siempre, sale de todas las acusaciones remitiéndose a su discurso arcaico, sinsentido, cerrado, obtuso, obcecado y, sí, hay que decirlo, hipócrita. Pero Stone sabe insistir e insistir, reformular las preguntas, y de este modo, el propio Fidel acaba por definirse a sí mismo, por manifestar el sinsentido de su permanencia en el poder, con cada una de sus injustificables justificaciones.
Es curioso la manera en que uno escucha a Fidel, atento, atentísimo. Fidel tiene esa capacidad de atracción. Y cada una de sus salidas irónicas, sarcásticas, mordaces (es un anciano de un envidiable vigor, físico y mental), eran recibidas con carcajadas sinceras en la sala. Pero algunas de sus justificaciones absurdas, insostenibles, también eran recibidas con una carcajada que es el eufemismo del llanto o del insulto. Más de uno ríe pero masculla entre dientes un "qué hijo de puta".
Olvier Stone comentó en la presentación del documental que COMANDANTE no se ha podido emitir en USA (¿lo tomaron como apología?, en cualquier caso, muy débil, quizás condescendiente), pero que este LOOKING FOR FIDEL sí, y es que los 'amigos' de Fidel ven la película y salen contentos, y los críticos al regimen lo ven, y salen igualmente satisfechos. Esta es una virtud enorme teniendo en cuenta que es un documento que, es lógico tratándose de una película de autor, de Oliver Stone, es innegablemente subjetivo en sus planteamientos. Hay a quien le molesta la subjetividad en el documental. A mi no. La objetividad es enteramente imposible. Así que asumirla y no esconderla es una solución que entiendo útil y, es más: necesaria.
Tan solo se torna Stone más condescendiente hacia Fidel en los últimos minutos del metraje, al visitar la Muralla del Cañonazo, en la bahía de La Habana. Aunque es cierto que Stone manifiesta abiertamente que casi no queda tiempo ("casi no quedan minutos de sol, permítame dos preguntas rápidas") y así, se limita a preguntar rápido y que Fidel conteste con su eterno discurso anclado en el sinsentido del pasado, buscando siempre algún enemigo de la revolución, que ahora personaliza en EE.UU. (Qué bien le viene a Fidel que EE.UU. esté ahí, nunca nadie estuvo tan contento de que su enemigo exisitera.) Por esa falta de tiempo, Stone plantea las dos cuestiones y, ante las respuestas perfectamente esperables de Fidel, no reformula, no ataca, no insiste, no replica. Quizás aquí hubo que cortar en el montaje, quizás no. Tampoco me parece nada grave.
Por último, hay quien dice que el cierre, con esa canción de letra rememorativa, aquellos tiempos de lucha, de dolor, de revolución, demuestra la inclinación final de Stone hacia ese lado de la balanza, de su definitiva hipnotización ante el magnetismo de Fidel. Pues no. La letra de esa canción, superpuesta sobre la imagen de un Fidel que es custodiado hasta entrar en un gran coche, casi una limusina, que lo llevará a alguna de sus mansiones, adquiere un matiz crítico que, me parece, es evidente.