La película, que se mostraba hasta digna soportada por una exagerada Stone y un seriote impenetrable, a pesar de crear una ofensa al primer título, por mostrar de buenas a primeras las intenciones malvadas de la protagonista que los espectadores conocían más interesante y menos altanera, decae en el sin fin de casualidades demasiado escaabrosas y casuales para llevar al protagonistahacia un delirio que ni sabe representar ni resulta un engaño hábil para el público en general.
El castillo de naipes, aparentemente bien dibujado, cae por lo grosero de las situaciones de verdad y mentira, las muertes provocadas como quien juega con un niño y amigas que de la nada dejan de serlo por la sonrisa de una rubia.
Todo esto reforzado por una banda sonora, excepto el tema central, que chirría y molesta, termina en una explicación lamentable que deja bien a la luz la poca eficacia de todo el trabajo dejado atrás. Una sonrisa final que está dirigida al público pero con sorna.