Queda claro que la idea de la película
es interesante y que el mérito de Joaquin Phoenix es
considerable, como sacrificio de su propia imagen, sí, pero también
como intérprete (evidentemente, no se interpreta a sí mismo, sino a
un personaje) donde va más allá de ese papel encasillado que él
mismo denuncia en el documental y nos ofrece un personaje fresco,
diferente y por supuesto, divertido.
También hay que alabar de la película
su capacidad para conjugar la ficción de un falso biopic con el
impacto mediático real que se consigue (Letterman, actuaciones en
directo, fans con barba postiza...), consiguiendo así hacer un
documental sobre los medios de comunicación, la fama y sobre la imagen. Y
que esto sea un elemento positivo es un logro cuando, posiblemente es
la principal intención de sus autores.
También es importante las continuas
referencias a personas y trabajos reales (a El asesinato de Jesse
James, a Ben Stiller (que aporta doblemente en la
película), a Diddy...), que refuerzan el concepto.
El problema que se advierte en seguida
de forma más clara, es el tufillo a montaje que impregna la película
desde los primeros minutos. Demasiada gente parece estar
necesariamente en el ajo, y a medida que avanza la película menos
elementos resultan creíbles. Ni siquiera el formato es fiel al
realismo, tomándose excesivas licencias. En cualquier caso, esto
puede ser aceptable, asumiendo un nivel mayor de ficción y
lamentando la pérdida de ambigüedad y descaro.
Lo que ya resulta un problema peor es
que no haya apenas desarrollo a lo largo de los 108 minutos que dura.
No hay una verdadera excusa para contar esta historia, ningún tipo
de avance narrativo. Lo que tenemos, es una especie de bucle donde
una y otra vez vemos el mismo tipo de situaciones. Los intentos de
aportar algún empuje a la historia resultan forzados y no demasiado
coherentes. Lo que queda, en definitiva, es un experimento
interesante, con muchos aspectos jugosos pero que no termina de
funcionar como todo. No termina de transmitir nada y eso la convierte en una película vacía, sin alma.