Es horrible que este título recuerde tanto por forma como por personajes a muchos otros del cine español. Da la sensación de que estamos anclados, de que es difícil encontrar algo diferente en nuestro cine, de que siempre estamos contando los mismos chascarrillos con los mismos actores y las mismas fórmulas. Es horrible, pero la gente sigue prefiriendo este cine a apoyar propuestas nuevas y diferentes como Bosque de sombras, Casual day, La habitación de Fermat, La noche de los girasoles o más títulos que ahora mismo me dejaré seguro en el tintero.
Empiezo mi explicación con un nombre propio. Fernando Tejero (Fuera de Carta) es un actor aferrado al eterno papel de gracioso inadaptado e infeliz. Y no es que lo haga mal, pero siempre con los mismos gestos, las mismas expresiones, el mismo registro, acaba por cansar. A su lado esta vez estará Malena Alterio (La torre de Suso). Si amigos, a nadie se le escapa las similitudes que podrá haber en esta historia con la serie Aquí no hay quien viva. El eterno tira y afloja entre dos personajes que combinan bien delante de la cámara con sus broncas y su inevitable atracción. Una apuesta segura para la química, pero repetitiva y cansina. Más nombres del reparto son Javier Gutiérrez (Salir Pitando), Diego Peretti ( ¿Quién dice que es fácil?) o Alberto Jo Lee (Tapas).
Para reafirmar que esto no será más que otra comedia mediocre española, decir que el director y guionista es Roberto Santiago. Hombres felices, El penalti más largo del mundo o El club de los suicidas son ejemplos de que su estilo es claro: Humor machacón, enrevesadas situaciones cómicas mil veces vistas y algún buen gag suelto que no remunerará el aburrimiento del resto de escenas.
Para los que les va este cine, estupendo, la apuesta es segura. Hora y cuarenta minutos de risas enlatadas preparadas para ser consumidas sin esfuerzo por parte del espectador.