El médico Carlos Cristos, que a sus 47 años padece una enfermedad terminal, llama a un amigo, director de cine, para que filme su lucha por la dignidad en el vivir y en morir, y sin dramatismo y si es posible con una sonrisa, transitar juntos por el complejo escenario creado entre los umbrales de la vida y la muerte.
Esta es la realidad de una película documental que trata de ahondar más que el drama, en la consistencia de una persona que se enfrenta con fuerza y entereza a un problema que encierra las posibilidades de su vida.
Creada con todo el mimo posible, con un toque de tranquilidad e intención de mostrar, no es al parecer ni mucho menos un motivo de tristeza en las salas, al contrario, y por esto, es preciso meterla en la lista de las opciones de caretelera.