Alta fidelidad (película de Stephen Frears) es el único título reseñable en la filmografía de Steve Pink, actor de medio pelo y ocasional guionista metido ahora a director (debutante) con esta película. En principio todo apunta a auténtico bodrio, la clásica comedieta gamberra e infumable yankee con una pandilla de adolescentes descerebrados como protagonista coral. Nos suena, ¿verdad?
Una propuesta así, en condiciones normales, no necesitaría de más análisis. Pero hoy, si fuera mujer, se ve que tendría la regla, porque me pillan en un dia sensible; por eso me pongo buenazo y le busco algo positivo al asunto. Me cuesta, me cuesta, las cosas como son, pero lo consigo.
Esa puertita a la esperanza, curiosamente, la voy a ubicar en Alta fidelidad y en la condición de ópera prima de la película. Y es que después de producir varias tonterías y de ganarse buenamente la vida trabajando como actor para televisión, quiero pensar que el tal Pink habrá decidido cuidar al menos un pizquita de nada su ópera prima como realizador, intentando seguir con el tono más que digno que, como co-guionista, sí supo mantener en la película de Stephen Frears.
Pero claro, también podría ser que los discretos méritos de la película de Frears fuesen de los otros guionistas, y no de Pink. Con lo cual, todo nuestro gozo en un pozo. Aunque ya ves tú qué gozo: las películas más esperadas hoy en día, Megalopolis de Coppola y Admitido de Steve Pink. ¡Eso son proyectos interesantes! El resto, morralla.