Richard Kelly, un
tipo que ya ha dado que hablar con sólo dos películas. La primera, Donnie Darko, se ha convertido en una
película de culto, que a algunos nos sigue fascinando, aún con sus fallos. Fue
un fracaso de taquilla. Una extrañeza muy personal que empujó al director a
realizar una película 10 veces más extraña y 10 veces más personal, Southland Tales. Me temo que
también bastante más cara. Ha recaudado menos aún y, si no me equivoco, no se ha
estrenado en nuestro país, al menos no mayoritariamente. Se pudo ver (y
abuchear) en el festival de Cannes. Kelly había conseguido reducir su carrera
desde descubrimiento hasta el fracaso en sólo dos películas.
Lo que toca está claro: ahora sí hay que hacer dinero. Más
le vale. Y para ello ha buscado alejarse de los extremos. La temática tiene
un punto enigmático con el que podrá moverse cómodo, pero al mismo tiempo resulta
sencilla y atractiva para el gran público. Su actriz en esta ocasión es Cameron Díaz, que tiene un indudable energía pop, algo que al director parece divertirle, aunque también tiene su
tirón en taquilla. Después de una larguísima película postapocalíptica con The
Rock, Sarah Michelle Gellar (Buffy) y Justin Timberlake, es lo que toca.
El argumento se basa en un relato corto de Richard Matheson (el de la novela de Soy Leyenda), que ya hemos podido ver
adaptado en televisión, en uno de los capítulos de La cuarta dimensión (The
Twilight zone), allá por los 80. No me sorprendería que Kelly tenga el recuerdo
nostálgico de ver aquello cuando aún era un crío, conociendo su gusto por el
fantástico ochentero, podría ser una motivación. En cualquier caso, una
película esencial para la carrera del director, donde a regañadientes ofrecerá algunas
concesiones, las justas, y seguramente conseguirá elevar este argumento algo
simplón a una película interesante con personalidad propia. Eso espero.
Podremos verla en la semana de terror antes de su estreno
mundial inminente.