Un muñeco medianamente parecido a una rana pero con color casi humano enseña pito y culo por doquier. Esa es la premisa argumental de una película que solo puede aspirar a ser, o bien una bazofia, o bien una obra maestra.
Tsutomu Mizushima (gracias, señor, gracias por inventar el copy/paste) tendrá que pelar duro para caminar sobre la fina línea que delimita la genialidad del ridículo y regalarnos, si lo consigue, una pieza cumbre del cine de animación.
Atención, amantes de la técnica de animación, a las escenas en que Shyn Chan enseñe el culete; el espectacular trabajo de recreación digital nos permitirá ver cada poro, cada grano de ese culo juvenil. O infantil. Dios, o lo que sea.
Por favor, no aguanto más: No vayáis a ver esta bazofia. Vale ya con que la pasen todos los días por la tele, pero en el cine no, por favor. ¡No!