Quizás algunos recuerden la fallida serie en la que iba a participar el personaje de Uma Thurman, Mia Wallace, en la película Pulp Fiction. Bella fuerza cinco. Un grupo de luchadoras de elite. El mismo Tarantino parecía reírse del argumento de esta serie que según contaba Wallace sólo había llegado al piloto. Pero a la vez que se reía, algunos intuíamos que realmente habría disfrutado mucho con aquella maravilla. Y lo que he visto hoy en el cine, podría ser el argumento de uno de esos capítulos. Los personajes, creados por un tal Q (Quentin) y una tal U (Uma) pertenecen a un organización de malhechores de elite, y nos llevan por una historia irrisoria y caricaturesca.
Aun me estoy preguntando qué es lo que he visto hoy. El primer plano me ha cautivado, eso es bueno. Después hemos asistido a una escena grotesca (me refiero a la pelea con hija llegando de la escuela incluida). Debo sentirme estafado por esa ridiculez. Debo asegurar sin miedo que eso es un subproducto, un crimen cinematográfico, un pisoteo de los santos papeles que componen un guión. Un entretenimiento de la serie b, c o quien sabe que letra, de la altura de las peores películas de sumarais de los 70 o incluso podríamos decir que habría salido de la mano de Ed Wood. Y Tarantino lo hace adrede, con saña. Una sucia escena de una casa de telefilm barato y que acentúa con ese [agudo – grave - agudo – grave] del recuerdo. Y es más bien como una advertencia, una forma de empezar diciendo “esto es lo que hay, si quieres irte estás a tiempo”.
Y entonces, en ese momento de absoluto asombro, empieza a desplegar la artillería apuntada ya en el primer plano. Pasamos de un capítulo a otro, es duro, fuerte, desagradable a veces. Pero siempre brillante en sus elecciones como director. Brillante pelea en la nieve. Brillantísima banda sonora como siempre. Y no es que los combates estén bien realizados, es que son un ejercicio de cine. No es la poesía de “Tigre y dragón”, es la fuerza del más terrible Tarantino que no duda en colocarnos un buen rato de dibujos animados de los que no rechisto ni un segundo, o de cortar todo tipo de carne, o de expulsar la sangre con presiones increíbles. Aunque el guión no es el viejo estilo Quentin con el que se puede uno deleitar, sabe mantener el interés. Impecable el viejo truco final para potenciar el inevitable continuará. Pero entonces, ¿es una película excelente? ¿Es una buena película al menos? Puede que no. Quien me diga que nos encontramos ante una bazofia merecerá toda mi comprensión. Es la más brillante mala película que he visto. Pero ¿entonces que hago con las malditas estrellas amarillas de esta crítica? ¿Cómo demonios se cataloga algo así? Quizá cinco o quizá una. Quiero que Tarantino vuelva a sus orígenes, no quiero que siga por aquí pero... una cosa está clara: Hacía mucho tiempo que no me lo pasaba tan bien en el cine. Mucho.