Ben Affleck debuta en la dirección y lo hace amparándose en una novela del escritor de Mystic River. Esta ligerísima pincelada ya nos ofrece un atisbo más o menos diáfano de por donde van los tiros: una narración a medio camino entre la intriga y el drama, y una dirección seguramente sencilla, sobria y eficaz.
Affleck no me interesa demasiado como actor; me parece un tipo muy limitado y, además, la mayor parte de sus elecciones, a la hora de decidirse entre este o aquel rodaje, tampoco le llevan a películas que me resulten demasiado interesantes. Ojo, que con esto no quiero decir que, si figurase en otro tipo de películas, con directores hábiles en el trabajo con los actores, y a ser posible en roles secundarios, pudiese ser un rostro de cierta utilidad y cierto empaque. Seguramente es lo que paso, a grandes rasgos, en Hollywoodland, aunque lo del premio en Venecia no se lo explica ni el propio Ben.
En cualquier caso, ahora toca hablar del Ben Affleck director, y para hacerlo no hay absolutamente nada a lo que agarrarse. Él, en cambio, se agarra a varios actores de lo más interesantes. A Morgan Freeman y Ed Harris se les define con una palabra: garantía. Son garantía de acierto, de sobriedad. Nunca están mal. Y el dire ha enchufado a su hermanito, a Casey. Y bien hecho. Porque Casey Affleck es un muy buen actor, un chaval bien talentoso, mucho más dotado para esto de la actuación que el propio Ben. Y si no, atención a su trabajo en El asesinato de Jesse James; avisados quedáis.
Por lo demás, poco más. Una película de la que espero más de lo que alguno quizá creería pero que, en cualquier caso, tampoco va a ser brillante. Sí va a ser, creo, un debut a tener en cuenta.