La reiterada utilización de las fórmulas que convirteron en un gran éxito a “La vida es bella” es lo que no convence de este título.El mismo contexto de la guerra, utilizar el humor para combatir las situaciones desesperadas, el amor incondicional de un hombre y la magia de las casualidades son idénticas en su planteamineto.Pero no tienen el mismo efecto en el espectador, ya que si no se es un incondicional de Benigni, acabas aborreciendolo, porque casi no se pierde un solo fotograma del film, volviendo a sus tics y a sus pequeñas locuras.
Rematadamente lenta en algunos momentos, y con cortes muy bruscos en el montaje en otros, te da la sansación de que está dejando de contar cosas importantes entremedio, quedando todo explicado al final de la cinta, con una sorpresa solo apta para los ultrarromanticos, que quizá indigne a unos y reconforte a otros.
Pero si nos quedamos solo con la fábula, con esa historia sincera de amor y sacrificio, solo podemos echar la vista atrás y evaluarla positivamente. Benigni vuleve a sacar su varita para hacernos reir y llorar a continuación, si bien esta vez no llega a impactar tanto esta guerrra de Irak donde se centra la acción,con la que se quería repetir ese efecto de desesperación del campo de concentración nazi de su anterior oscarizada película.
Correctas interpretaciones por parte de Roberto Benigni y Nicoletta Braschi, destacando a Jean Reno,que nos tiene desacostrumbrados a verlo tierno como el culito de un bebe.
Resumiendo, solo apto para megarománticos o seguidores de Benigni, porque si no puede llegar a empalagar demasiado.