Crítica de la película Flor del desierto por Iñaki Ortiz

Esta película está basada en un best seller en el que una nómada somalí escribe su propia autobiografía. Aquí observamos un pequeño contraste: "bestseller" vs "autobiografía de nómada somalí". Parecen dos cuestiones que no van mucho, la primera asegura un contenido ameno e interesante para la mayor parte del público y la segunda parece más bien un tema denso y difícil de tragar. Pero es lo que hay en estos tiempos donde la  conciencia social vende.

El caso es que el festival de Venecia aprovechó el momento para proyectarla y ahora nos llega al festival de San Sebastián, a la sección de Perlas. No soy amigo de los bestsellers, ni tampoco de las historias demasiado sometidas a lo social, pero sí me gustan los contrastes, y creo que en esta ocasión podemos encontrar un buen equilibrio entre entretenimiento, calidad y mensaje.

Para más contrastes, su directora, Sherry Hormann, nacida en Nueva York pero que hace películas en Alemania, donde vive desde los seis años y la que ahora nos ocupa está ambientada en Gran Bretaña, con un personaje somalí. Un buen popurrí. Hormann ya tiene bastante experiencia aunque ningún gran éxito ni de público ni de crítica.

Algunas caras conocidas como la de Sally Hawkins, protagonista de Happy-go-lucky, o Timothy Spall (Peter Pettigrew en la saga Potter). En cuanto a su protagonista, la etíope Liya Kebede, podemos haberla visto en El buen pastor o en El señor de la guerra.