Crítica de la película Confetti por Iñaki Ortiz

Una comedia sin mala intención de las que pasan por la cartelera sin dejar huella y que una vez que se exhiben en televisión dan varias vueltas porque es cómodo y sencillo pasar unos prudentes 100 minutos ante el televisor viendo unas cuantas tonterías.

El gastado campo de la comedia romántica (que en tierras inglesas siempre tira más a la comedia que al romántica) parece no dar para mucho y sin embargo aun se puede experimentar, como pudiera hacerlo Paul Thomas Anderson en Embriagado de amor. Este no será el caso en cuanto a calidad pero sí pretende alejarse de la norma. Para ello se ha recurrido a una técnica que ya hace tiempo que dejó de ser sorprendente: la improvisación. Rodada en orden cronológico, a los actores se les ocultaba parte del guión, de hecho, no había guión como tal, se trataba de una serie de pautas sobre las que los actores debían crear la obra.

Como digo, esto no es nada nuevo pero, al menos, está unos puntos por encima de las comedias románticas de Nancy Mayers como Vacaciones que ya no hay espectador sensato que no las rechace, y le dará un pequeño toque independiente y bohemio que siempre se agradece. Con este pequeño esfuerzo, trasnochado pero no menos esfuerzo, se puede conseguir llegar a un tipo de público más exigente y quizá, sólo quizá, en esos pases de televisión de los que hablaba al principio conseguir que uno deje el mando tranquilo. Como elección para las salas es seguramente excesiva, incluso en estos días navideños tan insanos para el cine.