Esta película supone el regreso tras la cámara de Peter Jackson tras, a ratos entretenida a ratos insustancial, King Kong. Atrás han quedado los tiempos dorados de El señor de los anillos. Y lo hace con un material que se supone muy interesante para él, lo que podríamos denominar un invento a medio camino entre el artificio y lo sobrenatural. Claro que la pena que me proyecta esta película está en el interés por Jackson en trabajar los efectos especiales en una historia con una trama muy previsible, pero con un formato renovado. Corremos el riesgo de quedarnos un poco desenchufados de la pantalla.
Por lo demás, el proyecto suena de maravilla. En el reparto nos encontramos con Saoirse Ronan, interesantísima actriz descubierta como Brioney en Expiación. Junto a ella, uno de esos secundarios de lujo, Stanley Tucci, nominado por su trabajo en los Oscars 2010. Pero es que hay más. Por delante nuestro veremos también trabajar a Mark Wahlberg, a Rachel Weisz y a Susan Sarandon.
La película aspiraba a todo en los Óscars y se ha quedado fuera, con una fría acogida por parte de quien ya ha tenido ocasión de verla y, para ser Jackson, que no sea capaz de recuperar lo que ha costado en la taquilla doméstica, resulta todo un fiasco.
Lo interesante del planteamiento de la novela de Alice Sebold puede quedarse diluido en un alarde excesivo de efectos especiales. ¿Serán estos tan deslumbrantes como para hacernos olvidar que estamos ante la enésima película sobre lo mismo?