Muchas de las virtudes y defectos de God Help
the Girl eran perfectamente previsibles teniendo en cuenta de
donde venía. Su director, Stuart Murdoch es el líder del
grupo de pop indie Belle and Sebastian. Como su música, la
película es bonita, colorida, naif, cursi. Y sobre todo, indie. El
cantante parece querer hacer un compendio de todos los rasgos
característicos de su música y de la moda y los comportamientos
asociados a ella. Una cuidada vestimenta a juego con la dirección
artística general. Personajes inmaduros con problemas de
sociabilidad, sensibles y al mismo tiempo, bastante superficiales.
La película no solo es un musical, sino que se regodea en su condición de musical. Con escenas musicales de corte completamente clásico, y abiertamente cursis. Tan descarado es su exaltación de lo ñoño que es difícil destacarlo como un defecto. De hecho, posiblemente lo mejor de la película sean estos pasajes musicales, con bonitas canciones compuestas expresamente para la película. El desinterés llega después, en los largos nexos entre canción y canción. Personajes mal desarrollados y un hilo argumental sin fuerza que simplemente nos deja esperando el siguiente momento musical.
Una cara bonita, la de Emily Browning como figura inalcanzable y calentona de un modosito Olly Alexander, que como el autor, tiene una salud débil y una virilidad poco visible. Su historia de amor se mueve más entre el capricho y la estupidez; que entre sentimientos más serios. El intento de provocar una evolución en los personajes a partir de esta relación, se queda más bien en nada. Como el resto de la película, que aunque toca temas como la anorexia, finalmente es bastante vacía. Considerablemente más insustancial que la música de Belle & Sebastian.