No es que esta película esté vagamente inspirada en la recta
final de Madame Bovary, es que es una adaptación en toda regla. La única
novedad es la ambientación en la época moderna, pero ni siquiera hay una gran
diferencia social entre lo que ocurría en la novela y la actitud de esta nueva
protagonista.
Y claro, lo que tiene usar sólo la parte final, es que no
hay tema para mucho, a pesar de lo cual, Arturo
Ripstein nos planta una película de dos horas. Es verdad que lo adorna con
un blanco y negro amargo, y que juega con unos diálogos muy naturales, pero
finalmente, además de no aportar ni un ápice más que la obra original, aburre
soberanamente, que es lo peor. Lo que podría estar contado en media hora se
alarga, siendo reiterativo, demasiado explicativo. No creo que el espectador de
hoy en día necesite tanto detalle para entender esta historia y para ponerse en
la piel de estos personajes, que ya hace siglos (literalmente) que conocemos.
Buenos intérpretes para un teatro filmado, con unos pocos
planos que realmente resultan gratificantes. Poca cosa.