Podría casar bien con Barbet Schroeder esta película, concretamente con “El sabor de la muerte”. Un personaje abocado a la desgracia y al infortunio que se mueve en ambientes sórdidos de criminalidad y bajezas. Culpa, dolor, incapacidad.
Un cine que más bien estaba indicado para la década pasada, cuando ya se rodaron infinidad de películas similares. Incluso en España tenemos varios ejemplos de este tipo, como “Éxtasis” de Mariano Barroso donde, por cierto, al igual que aquí, también aparecía Federico Luppi (quienes le hayan visto lamer el suelo de unos servicios públicos ya no le ubicarán sólo en películas con incontinencia de diálogo). Bromas aparte, Luppi es un valor seguro que sin duda reforzará el film aunque su presencia pueda ser corta.
La película se presenta como un thriller (esta parece la edición de los thrillers) centrado en el mundo de un boxeador, veremos si cumple las expectativas de un género cada vez menos agradecido. Su director, Iñaki Dorronsoro se pasa al largometraje después de algunos éxitos en menor duración, como es el caso del mediometraje “El ojo del fotógrafo”, que recibió el primer premio en el festival internacional de ciudad de Méjico. Se puede decir que es una incógnita sí, pero una incógnita con talento.
Para terminar en el apartado de los actores, sin comentar algunos de los protagonistas que son más bien desconocidos, tenemos a José Coronado, el del yogurt, sí. Su actuación en otro thriller, “La caja 507” fue, a mi modo de ver, más que satisfactoria. Espero una interpretación en esa línea.
Una oportunidad de probar la pericia de Dorronsoro.