No se me malinterprete con el título de esta precrítica, ya que lo de brillante va más bien dirigido a la forma que al contenido. No creo que aquellos que amen y disfruten del bestseller de Ian McEwan consideren esta película una buena adaptación.
Pero el caso es que para mí la presencia de Joe Wright en la dirección, tras su adaptación de Orgullo y prejuicio, me parece un sinónimo de seguridad. Es uno de los nuevos directores más prometedores del panorama.
Sus virtudes mostradas en su anterior film son un portentoso manejo de la cámara y una dirección de actores que le permiten diseccionar y sacar lo mejor de los personajes.
Repite con él en este film Keira Knightley, que estará acompañada por James McAvoy, un actor que estuvo incluso eclipsando a Forest Whitaker en algunas escenas de El último Rey de Escocia; Brenda Blethyn, un label de intepretación; y la jovencísima Saoirse Ronan, nominada por este papel a los Globos de Oro.
Un drama épico musicalizado por Dario Maranelli, con el que Wright también trabajó en su anterior film, que promete mucho kleenex, quizá demasiado, y buen cine.
¿El mayor pecado del film? Quizá sea el de partir de un texto excesivamente denso, que es más que probable que dé lugar a una película irregular, parecido a lo que el guionista de esta película, Christopher Hampton lo sucedió con su adaptación de El americano impasible.
La película con más nominaciones a los Globos de Oro y una de las favoritas en la carrera por los Oscar.