El nivel de cine de palomitas de este año está siendo soberbio. Parece como si las productoras se hayan dado cuenta de repente de que también hace falta un guión para que la gente recupere la fe.
Esta vez nos encontramos ante una película con algunas carencias. Para empezar su presupuesto. No es que resulte pobre en ningún momento, les efectos digitales no están nada mal, pero si se nota que se podría haber hecho un producto más redondo añadiendo un cero al presupuesto. También es verdad que en ese caso tío dollar habría hecho de las suyas. Otro aspecto, sin duda relacionado con el primero es el del reparto. Digamos que a la mayoría de ellos les falta presencia, aunque no son malos intérpretes. La mayoría de ellos son los actores de la serie, lógicamente. El protagonista, Nathan Fillion, va mejorando según avanza la película, con su imitación clara de Harrison Ford. Y el equipo no está mal. En mi opinión la peor elección es la del villano, el impronunciable Chiwetel Ejiofor, que como pianista en “Melinda y Melinda” estaba muy bien, pero para el inmenso personaje de creyente que tiene en esta película considero que se queda un poco corto.
Y dicho esto, paso a la parte positiva, y tan positiva. He leído por ahí algo que define muy bien la película: intensa. Desde su comienzo impecable. Nos ofrece la típica explicación de introducción a un mundo futurista que mezcla con la propia acción definiendo rápidamente las técnicas lavacerebros de la alianza. La película es continuamente sorprendente, pasa de una cosa a otra grácil, con un ritmo perfecto. Los primeros diez minutos son impagables. Ofrece cuatro elementos (introducción, presentación de la sociedad dominante, presentación de los protagonistas y presentación del antagonista) en una sola línea de acción. Brillante.
Pronto pasamos a descubrir uno de los mejores elementos de la película, que ya se nos había anunciado: el “Han Solo” de “Serenity”. Un personaje inmejorable. Con escenas que elevan la película como cuando abandona a su suerte a un pobre tipo en manos de los rivers. La escena en la que el malvado creyente asegura con tranquilidad que no lleva armas y Mal no duda una milésima de segundo en dispararle y a otra cosa.
La película conserva las emociones hasta el final. Me disgusta que el malo recapacite al final, un tanto forzado para conseguir final feliz, pero tampoco me resulta excesivamente molesto.
Buen sentido del humor, buen sentido del ritmo, sentido de la aventura... Una película para disfrutar. Lástima que el trailer que podemos ver en la televisión nos muestre una película a la altura de “Elektra”.