La película es lo que parece: un Brokeback Mountain a la vasca. Una película que ha podido verse en
el festival de Berlin y que hace un tiempo armó algo de ruido (poco) con una polémica
más bien pretendida. Problemas de distribución en España que se querían relacionar
con cierto pudor por su temática. Una polémica insostenible en un país que encumbró
el cine de Almodóvar. Aunque sí es cierto que la distribución española es una
batalla difícil, y más para una película de un presupuesto moderado y una
imagen de precariedad como la que tiene esta.
El hecho de haber sido proyectada en importantes festivales
ya debería ser un premio. Desgraciadamente, poco nos dice eso sobre la calidad
de esta película, pues sabemos que un argumento así se lo rifan en estos certámenes.
Me temo que por muy buenas intenciones con las que parta este proyecto, lo que
nos vamos a encontrar es una producción notablemente barata, con unas
interpretaciones de justitas para abajo, un apartado técnico muy pobre y, lo
peor, un guión torpe que puede llegar a caer en el ridículo con demasiada
frecuencia.
Al contar un drama rural gay hay que tener una mano muy
firme, para no caer en el tópico, o incluso en la parodia. Que al milimétrico
Ang Lee le funcionara es una cosa, que lo consiga Roberto Castón, autor de Ander,
es otra bien distinta. Por otra parte, la riqueza cinematográfica de un
contexto de western, queda bastante lejos de los bellos montes de Euskadi.
En cualquier caso, una pieza exótica, gays de caserío, con
inmigración de por medio, y con parte de los diálogos en euskera. Si el
espectador se siente atraído por esta rareza y no le importa la calidad del
producto, puede ser una opción. Eso sí, para la primera semana en cartel, no
creo que dure más.