Crítica de la película Megamind por William Munny

Megamind ha resultado un pequeño descanso en un viaje extraño. No hablo de manera filosófica sino física. Se tratab de un viaje nuevo para mí y Megamind llegó a mis manos, no lo busqué yo, se me habían quitado las ganas de entrar en su trama, sospechaba, pero no perdía más que tiempo así que me animé, como sus personajes.

Sus minutos, al menos con ritmo y rapidez, no dejan de ser una especie de comedimiento para entrar en los planes de los niños pero sin asustar y hacer ausentar a los padres. Se agradece la originalidad o vuelta de tuerca de la historia pero no es suficiente para sentirse absolutamente seducido.

Viendo desde lejos por donde va el asunto, por donde van a cabalgar los dramatismos morales y sentimentales del protagonista calvo y azul, cualquiera diría, uno se va relajando y esperando el final, para pasar a otra cosa. Siempre se puede usar como parapeto ante un niño aburrido, a lo fácil, sin más, tratándose de una película sin más ni más. Al menos no se hunde en tonterías y entretiene. Que no está mal.