Decir Nicolas Winding Refn es decir cine, pero renovado y contundente, con estilo libre y fuerza visual, conjunción y obra de arte. El director de Valhalla Rising, Bronson o Pusher 3 se consagró internacionalmente con Drive, donde lo daba todo y jugó a todo triunfando por cualquier lugar donde se exponía el film.
Con esta trayectoria y experiencia uno no puede más que pensar que la deriva no se va a perder por dos razones, una, que tiene un idea muy clara de su cine, y dos, que toque el tema que toque lo enfoca como debe y en concordancia con su ritmo y tapiz particular.
Fotografía y más comercialidad parece que es lo que ofrece de nuevo con este film más acomodado en lo conocido pero destacando por encima de lo conocido, manteniendo su línea artística y técnica, afrontando una violencia bella y un vacío purificador, con personajes terribles pero encantadores por su contundencia filosófica.
La búsqueda de la perfección visual y gestual de manera romántica al son de bandas sonoras majestuosas se volverá a repetir en este film de mafia en un Bangkok siempre brillante, peligroso y glamuroso.
Ryan Gosling (Blue Valentine) seguirá rozando lo exacto y la novedad de Kristin Scott Thomas (En la casa) como mala algo que no hay que perderse.