35 películas secundan la trayectoria de un director reconocido, un actor separado de lo primero y de un símbolo lejano de un cine artesanal que ya ni se piensa que fuese posible. Clint Eastwood pelea en los últimos años por no piciarla en ninguna de sus películas, siendo El intercambio de las más flojas, Invictus, Gran Torino, Cartas desde Iwo Jima, Banderas de nuestros padres, Million Dollar Baby o una de mis preferidas Mystic River, se muestran como un pleno de su última etapa que no creo que vaya a romper. ¿Por qué?, porque los años le han llenado de calma, de sensibilidad, de sombra que mostrar en sus personajes, siempre con fe…
La larguísima película de 136 minutos viaja en una dirección similar pero sentido distinto, el biopic de un personaje profundo y arraigado en la memoria estadounidense, una responsabilidad mayúscula que seguro se muestra en el film en muchas escenas, escenas no para el resto del mundo, sino para su público patriótico y local. Sin embargo, en otro momentos, debería de salir el sofocador Clint, hiriente pero sin sangre, profundo pero sin hincar arma punzante alguna. El personaje no es de mucho interés para el mundo, su historia más desconocida puede que sí.
Leonardo DiCaprio (Origen o Shutter island) es el elegido para encarnar a un hombre recto, y a mí, que no me gusta ni me ha gustado que le disfracen de hombre rudo, sigue siendo un chavalín de rostro fácil, no me convence, por lo que en el visionado, y no creo ser el único, acabaré peleándome por no separarme de la historia con el actor y el personaje que encarna. Esperaré codicioso a la parte más oculta que Clint habrá descubierto con anterioridad como para serle de interés, porque si una cosa tengo clara es que no da palos de ciego.
¿Será una película redonda?...de momento parece una película carne de Óscar, premio no difícil de lograr si cumples una serie de normas, Eastwood las conoce de sobra, pero también parece ser una película muy académica con licencias, con arrugas al gusto de un público moderno que no acepta medias tintas, que quiere que al menos le ofrezcan algo. El lado humano y nostálgico de la visión del director, la mirada castigadora de sus argumentos cinematográficos serán los que levanten la película, la otra, la de narrar al personaje de los libros de historia, esa la puede hacer cualquiera. Cualquiera suelta una película sobre J. Edgar Hoover, director general del FBI durante casi 5 décadas...