Esta tercera entrega es para mí la peor de las tres. Aun así creo que mantiene bastante bien el nivel. Me parece admirable la forma en que esta saga tan particular se va reciclando sin perder frescura ni ingenio.
Es una lástima que tengamos que cargar con esa moralina barata para críos de la última escena, cuando de por sí, la historia completa de Shrek ya tiene implícita su propia moralina más o menos aceptable. La cuarta estrella peligra, y mucho. Aun así, vamos a perdonar este exceso por esta vez, por deferencia hacia los más pequeños.
Si algo tiene esta serie es imaginación, es de lo más desequilibrado ver como una estudiante pija le pide salir a Shrek de parte de su amiga que espera más atrás avergonzada. Y lo mejor es la manera tan certera con la que se satiriza este tipo de cuestiones sociales en un contexto absolutamente fantasioso. Tanto el ambiente de las aulas como el viejo merlín con sus sandalias con calcetines componen un retrato cínicamente preciso.
Lo malo es que los personajes ya no dan mucho para más. Los que en cada entrega van siendo una grata sorpresa en las siguientes van desgastándose por no tener el impacto inicial. Además en esta tercera entrega no se nos ha presentado a ningún personaje nuevo de la talla del gato con botas, o la madre de encantador.
La animación por supuesto es de lo mejor, aunque no ha ganado tanto en espectáculo como ganó de la primera parte a la segunda, en esta vemos escenas fabulosas como la de la conquista de muy muy lejano por encantador. Texturas, gestos, materiales y movimientos insultantemente realistas pero aún lejos del gusto y la fotografía de corte más artístico de Pixar.
Cruz y raya muy bien, Antonio Banderas sublime, Michael Robinson insuperable.
Ingenioso, gracioso, original, aunque cada vez menos impactante, mucho más light y menos soez. Menos ogro. Hasta aquí mantenemos la calidad, los chistes son buenos y la sátira es ácida. ¿Aguantaremos la cuarta parte? Empiezo a pensar que no. Al menos habrá que verla.