Esta película lo tenía muy difícil como ya apunté en la precrítica. Los guiones de investigaciones de asesinos en serie están quemadísimos y trilladísimos. Y, ciertamente, esta película no viene a confirmar lo contrario. Ya que lo que se nos propone es una torpe investigación aderezada con elementos mal montados de "Expediente X" y otras muchas películas del género, entre las que destaca por encima del resto, "Se7en". Nada nuevo bajo el sol, más allá de una rocambolesca teoría sobre el "Sospechoso Cero", que ni el propio guionista se cree, o tiene fuerzas y talentos suficientes como para desarrollárnosla.
Y en semejante ensalada de despropósitos de libreto, Mehrige se limita a hacer lo que puede con una dirección fresca en contadísimos momentos, y tosca y visualmente iconoclasta en otros, en los que tampoco se justifica. Me quedo con los primeros tres minutos de película. El arranque y esa presentación tan interesante del personaje de Ben Kingsley.
Un Ben Kingsley que se limita al "pasaba por allí" y al "me siento en esta mesa e improviso, ¿no?", que no consigue, desde luego, dignificar la película en ningún momento.
De Carrie Anne-Moss poco se puede decir, teniendo en cuenta que su personaje se apellida Kullok.
En fin, y, para concluir, tenemos al esforzado Aaron Eckhart, que nos ofrece una interpretación de bisutería de top-manta, en la que es incapaz de transmitirnos ni un ápice del tormento que sufre su personaje, sin tener que recurrir a los registros de la sobreinterpretación.
Con todo, un producto costoso de digerir, apto para su visionado en público, y decepcionante.
Estaba claro me diréis alguno cuando entré en este callejón sin salida.