Os voy a contar una curiosa anécdota. Cuando se estrenó Infiltrados de Martin Scorsese nadie se imaginaba que terminaría por ser siendo la reina de la noche de los Oscars de aquel 2007. Yo, despistado de mí, asistí por casualidad a la proyección de esta cinta la primera semana en cartelera. Tan despistado que ni siquiera sabía que Leo Di Caprio la protagonizaba, tampoco Jack Nicholson. Y sí, sacrilegio, tampoco estaba al corriente de que Scorsese era el mago de aquel espectáculo. Circunstancias de la vida. Lo mejor de todo esto es que tras el visionado de la misma, Infiltrados ha terminado por ser una de mis películas favoritas de la década del 2000 incluso de toda mi vida de civil servidor del séptimo arte. Llegué a verla tres veces más en el cine.
El lado conocido de las cosas es positivo pero a veces hay que jugársela sin nombres propios, sin siglas, sin ni siquiera verle la etiqueta a la prenda. William Monahan puede ser un desconocido a priori para muchos que no se quedan en la sala más allá del reparto. Os lo presentaré: Monahan fue el guionista de Infiltrados de Scorsese, Red de Mentiras de Ridley Scott, El Reino de los Cielos o Al límite. ¿A que esto empieza a hervir? Se pone interesante, es cierto.
En esta ocasión, Monahan se pone el mono de trabajo de director y a la vez el traje de fiesta para ofrecernos el clásico espectáculo de gángsters, tiros, derrapes, traiciones y ambiente hostil de calles de barrio de la gran ciudad. En esta ocasión volamos a Europa rumbo London. A mí, desde luego se me hace la boca agua. Creo que si consigue unir la esencia del buen cine de género, el espíritu de los videojuegos de gángsters y persecuciones y el aroma a crimen el notable lo tiene asegurado. Para ello se apoya en Collin Farrell (Escondidos en Brujas) y Keira Knightley (Solo una noche o Nunca me abandones), dos clásicos de la última década que han crecido en años pero sobretodo en la calidad de sus trabajos, ofreciéndonos interpretaciones serias, honestas incluso brillantes en algunos casos unido todo ello a cintas respetables.
Hay razones de peso para poder sentarse en la butaca y estar seguro de que esta es una buena elección. Y si se queda escasa de aquí y de allá tampoco seamos crueles porque al fin y al cabo este es su primer gran proyecto de responsabilidad cien por cien. Me apetece darme una vuelta en un coche de lujo por las calles de London, escuchar unos cuantos tiros, enamorarme de la chica del malo y sentir el crimen, el crimen y el crimen tras el juego de luces y colores de la gran pantalla de cine. Sin olvidarnos de pedir ritmo, ligereza y sentido común.