Entre las adaptaciones de cine y televisión, son muchas las veces que la novela de Emily Brontë ha sido llevada delante de la cámara. El drama romántico que protagonizan Heathclift y Catherine llegó por primera vez a mis manos encarnados por Ralph Fiennes y Juliette Binoche en 1992, que resultó ser como ocurre en estos casos, mucho menor que su original literaria, pero también mucho menor que la primera adaptación en 1939 de manos de William Wyler (Vacaciones en Roma, Ben-Hur), que obtuvo 8 nominaciones a los Oscar. Mucho más ensoñadora, con el viento del paraje como un protagonista más y los sentimientos desgarrados a flor de piel de los personajes con Laurence Olivier y Merle Oberon. Inolvidable e imprescindible para los románticos más clásicos. Una joya. Así que comprenderá el lector que tenga ciertas reticencias ante esta nueva versión, que mucho tiene que reinventar o bien revisitar este género trágico para que aporte algo nuevo o interesante, según por la versión que vaya a decantarse.
La mayor sorpresa del proyecto, sin embargo es la elección de la dirección, que recayó en Andrea Arnold. Esta realizadora inglesa ganó un Oscar con su corto Wasp, ganó el premio del Jurado en el Festival de Cannes y varios Bafta con su primer largometraje Red road y lo mismo que consiguió con Fish Tank. Con este último trabajo se presenta en la sección Oficial del Festival de Venecia. Aun con tanto premio y prestigio en festivales internacionales, resulta curioso este cambio tan radical en el cine que venía presentando Arnold, tras zambullirse en los suburbios británicos más sórdidos y tocar los temas más escabrosos, ahora se pase al romanticismo victoriano. La única baza que parece poder conjugar es que sepa transmitir ese desasosiego de los personajes que pude comprobar en Fish Tank, que realmente incomodaba el visionado y eso es digno de destacar. Crear emociones así en el espectador no es algo fácil de conseguir, aunque sea algo desagradable.
Lo peor que puede llegar a ser esta película es decepcionante y lo mejor, correcta en su adaptación. Poco margen para jugar a una realizadora a la que le gusta arriesgar y experimentar.