Juan José Campanella es ese director conocido por muchos de nosotros por El hijo de la novia, esa película que con tan poco llegó a tantos. También por la serie de televisión Vientos de agua. O si todavía no conocen ninguna de las dos anteriores les ofrezco un título más como es Luna de Avellaneda. Campanella ha trabajado a caballo entre su país natal Argentina y los Estados Unidos colaborando en varios capítulos de la archiconocida House y con varios títulos cinematográficos a sus espaldas en este país. Siempre con sencillez, tranquilidad y con proyectos simpáticos pero competitivos.
LLega con su último trabajo El secreto de sus ojos. Además, viene acompañado de un equipo liderado por Ricardo Darín, también en el Festival de San Sebastián del presente año 2009 con la película El baile de la Victoria. Soledad Villamil (No sos vos, soy yo) le acompaña a Darín además de una lista de actores que suman unos cuantos títulos en sus arcas.
Como ya he comentado en más de una ocasión, me considero un militante de las películas argentinas y chilenas que con ganas de reconocer y recuperar la memoria colectiva ofrecen al espectador pistas y episodios envueltos de historias cotidianas los tristes y oscuros tiempos que asolaron en formas de dictaduras en ambos paíes. Si bien es verdad que puede que a buena parte del público le pueda parecer más de lo mismo, un producto repetitivo o algo cansino. Sobretodo por sus formas. No por el contenido. Cierto. Sin embargo, El secreto de sus ojos no tiene pinta de ser un nido de cebollas que más allá de la calidad técnica sólo enamore por la historia. Tiene que ofrecer algo más.
Ese algo más puede encontrarse en la madurez del director y en sus maneras de evolucionar hacia un cine con historias célebres, románticas, con sangre, más negras de lo normal, con cierto rigor y con una tendencia hacia un estilo más libre que le lleve a un resultado poco esperado por él mismo. Al fin y al cabo Campanella también ha venido a San Sebastián a competir. Es el resultado de una evolución como director y seguramente como persona. Buena suerte.