Me enfrento a esta precrítica sin haber leído previamente los textos de Sherlock y Keichi, aunque mi compañero Sherlock me ha dejado caer una puyita: "Cine independiente canadiense, no creo que vaya contigo". Veremos, veremos... El caso es que lo de cine canadiense independiente parece claro. Pero hay algunas cosas más, interesantes. Echemos un vistazo a esta candidata a la Concha de Oro del Festival de San Sebastián.
De primeras, parece claro que vamos a estar ante el habitual retrato de un entorno aparentemente plácido e incluso colorista que, por diversas cuestiones, vete tú a saber qué en este caso, lucirá un aspecto algo más putrefacto de lo que esperábamos, cuando podamos por fin mirar a través del microscopio que Léa Pool nos ofrecerá con su cámara.
Hay otro punto, y es que no es esta una película de ambientación actual, contemporánea. Si no de época, de mediados del XX. Será interesante ya que estamos acostumbrados a este tipo de películas en suelo estadounidense, pero me interesa ver qué pasa al otro lado de la frontera. ¿Será el mismo cuento, o quizá no? ¿Qué matices encontraremos?
Más puntos interesantes: Léa Pool. Un nombre veterano. Ya hemos visto película suyas en España, algo nada habitual en este tipo de cine canadiense de producción no muy holgada. El último suspiro se estrenó en nuestro país en 2001, aunque dudo que alguien la recuerde; llama la atención encontrar en su reparto actrices de ultimísima generación (todavía ahora) como Piper Perabo o Mischa Barton. En 1991 se estrenó en España, también de Pool, La señorita salvaje. Una trayectoria prácticamente desconocida para nosotros.
Dejo para el final otro nombre propio: Marianne Fortier. Esta criajilla de 15 años interpreta uno de los personajes importantes de la película y me dan el aviso de que esté al loro. O, más bien, de que no hará falta que lo esté. La muchachita parece que tiene maneras y que se come la pantalla. Avisado estoy, y avisados estáis. ¡A ver si es verdad!
Sí, Sherlock, a ver si es verdad: ¿No es mi rollo?