Implacable con el espectador, dicharachera pero no por ello dejando de ser elegante y hasta graciosa, desde otro lugar del humor separado del chiste suelto, el film es un alegato a la libertad, al talento y a las múltiples formas de existencia como modo de vida.
Si el tabaco sirve como nexo de unión para un personaje que cada vez se da más entre todos nosotros, está bien utilizado para llevar al límite a una forma de ver las cosas como la de Nick, sin despeinarse. Al final, con casi todos los flancos del problema cubiertos, la película no es más que la enorme pintura de unas grandes contradicciones de nuestro mundo occidental, en busca de respuestas y codiciosas recompensas que ahora se transforman en libertad personal.
Con un estilo abierto y sin censuras, tranquilo pero muy resuelto, el guión escala poco a poco, sin hacernos perezoso el personaje, hasta llegar al mensaje total, con una forma amena y disparatada pero también seria y concienzuda. Ágil a la hora de un montaje de pausas y voces en off precisas, transmite capacidad de movimiento y dinamismo, fluye lentamente hasta mostrar la historia y el personaje que la obliga a cada segundo en pantalla.