Oliver Stone (Wall Street: el dinero nunca duerme) vuelve a la cartelera a través de un drama de acción de la novela de Don Winslow. Uno no puede olvidarse de la deriva de su cine y tampoco de las partes buenas del mismo. Sin embargo, en esta película donde la palabra cartel puede sonar demasiado a broma, ese último rollo estadounidense que no termina de darse cuenta de que ya no funciona, parecen más latentes las intenciones de espectacularidad que la calidad de la misma.
Acción, simpáticos y malos de medio pelo, mafia con ropa y costumbres muy limpias, Salma Hayek y Benicio del Toro por un lado, John Travolta por otro…dos chicos protagonistas a golpe de apariencia cuidada y mimada (Aaron Johnson, Albert Nobbs, y Taylor Kitsch, el prota de John Carter ), parecen ser los alicientes de una película de rescate, donde el director dará rienda suelta a su capacidad de montaje, pero que no está llamada a ser un hit real, sino un hit del momento apoyada por el marketing natural que suelen traer estas producciones.
Demasiado jiji, demasiado mundo criminal sencillo y a la vista, decorado y maquillado, demasiada acción y conversación carente de verosimilitud, eso es lo que me espero en esta película ramplona que no irá a más.