Es una lástima que el divertido y original juego a tres
bandas que nos propone este Casanova variations haga aguas en la última parte
del film. Sturminger consigue mantener ese difícil equilibrio y a la vez
hacerlo con suma facilidad entre los tres mundos que cohabitan en esta
historia: la propia vida de Casanova, su adaptación en la ópera y la realidad
que discurre en el teatro dónde se interpreta esa ópera. Dicho así suena lioso,
pero el realizador consigue una fluidez asombrosa entre los tres mundos,
saltando uno tras otro, entrometiéndose uno en el otro. La fotografía tampoco
desmerece, lleno de colores vivos y texturas aterciopeladas.
La vida de Casanova va deshojándose por unos pocos pasajes,
aderezados con momentos musicales que a los no acostumbrados a la ópera puede
llegar a atragantarse un poco, pero pronto llega al rescate un guiño a la
realidad, una alusión a la vida real de John Malkovich, que también se
entrelaza con los diálogos picantes e incisivos de Casanova. Y los momentos de
autocrítica al cine y a la ópera tampoco faltan. Lo dicho, [un equilibrio difícil
que se solventa con una endemoniada agilidad y eficacia]. Pero el último tramo
decae, la historia se pone más seria, se intenta como dar un sentido y una
explicación final a la vida de Casanova, y las escenas de ópera se alargan
atragantando los minutos finales al espectador. Una verdadera lástima que acabe
así con la habilidad demostrada hasta el momento.
Pero como experimento, por llamarlo de alguna manera, la
idea está ejecutada a la perfección en la mayoría del metraje. Una opción
diferente para acercarse a un personaje como Casanova, de disfrutar a un
Malkovich que incluso canta y ver algo diferente.