Veo este film de época algo fuera de ella con ese rimbombante aire de grandeza visual muy viva, y un amor contagioso sobre una señorita digna y firme pero demasiado etérea para funcionar sin molestar muchos minutos en pantalla.
El amor floral, más digno de batallas de soledad en mundos más modernos es colocado en la época dolida del film como si una heroína de la comprensión pudiera permitirse el lujo de amedrentar conciencias tanto de los compañeros de reparto como de los espectadores.
Localizar este tipo de volátil sentimiento, sin la lentitud de una cámara que la época pide a gritos y con los supiros entresoñados de una jovenzuela inventada, me da pistas sobre lo poco sobria que la película se mantendrá cuando el nuevo enfoque del film tenga que enfrentarse al verdadero drama de una vez por todas. Menos lobos.