De buenas a primeras, Los condenados tiene dos aspectos que merecen mención. En primer lugar, su director y guionista, Isaki Lacuesta. En segundo, la idea del entorno, del paso del tiempo y de la realidad. Por partes.
El joven director catalán tiene dos largometrajes a su espaldas, La leyenda del tiempo y Cravan vs Cravan. Sin embargo, donde se puede disfrutar más de él es en el campo de los cortometrajes y sus pequeñas aportaciones como escritor. Es un hombre que expone sus trabajos bajo formas y estilo documental. Y así es como se pueda esperar ver el trabajo que nos va a presentar en el Festival de San Sebastián. El segundo aspecto que merecía mención tiene que ver con las tripas de la cinta. Con un título así, lo que puede esperar uno es un análisis sobre el paso del tiempo, la evolución del ser humano, la búsqueda de los valores y un encuentro con el pasado. Una especie de examen interior. Una especie de limpieza de alma o confesión. Un camino desde la condena hasta la liberación. ¿Todo eso al estilo documental?
Puede que Lacuesta se separe de su tendencia más habitual. Lo que está claro es que el joven catalán tiene que apostar por un producto en el que se note que el director ha mandado y ha llevado la batuta. Le pido que haya experimentado una catársis artística. Algo muy personal. Exijo coherencia narrativa, trozitos de drama para hacerla más festivalera e imaginación. Apuesto por ella. Adelante.