Kim Jee-Woon nos
golpea con una película cargada de violencia extrema. Lo
hace, en principio, desde un punto de vista crítico, hablándonos
del clásico concepto del monstruo en el que se convierte quien caza
al monstruo y también de la incapacidad de la sociedad para combatir
un mal puro, sin más motivaciones que la propia maldad y sin miedo a
las represalias. Es cierto que todo eso está ahí, en la película,
aunque finalmente, hay más de pura acción y suspense exquisitamente
dirigidos, y una sesión de ultraviolencia para los amantes de las
escenas fuertes. También es verdad, que al contrario del clásico formato de caída paulatina del protagonista en el lado oscuro (véase el mejor ejemplo en Asesinato en 8mm), aquí el protagonista está desatado desde el minuto cero de su venganza. Tanto como la mamba negra.
Se agradece que a la acción y el
horror le acompañe, desde el principio, una carga dramática pesada
(pienso ahora en la secuencia en la que se descubre el cadáver).
Algo que ya utilizaba con eficacia este director en la inferior Dos
hermanas. También es de agradecer cierta ruptura con las
estructuras preconcebidas. La película podría durar una hora escasa
y terminar donde lo hubiera hecho la clásica película americana de
asesino y venganza (con el habitual relleno intermedio para durar
más). Aquí se llega pronto y sin rodeos al supuesto punto del
clímax, pero, lejos de acabar ahí, se repiten varios falsos puntos
álgidos finales en un constante aumento de intensidad. Es cierto que
podría durar menos y quizá sería más redonda.
El director nos regala unos cuantos
momentos de pura acción absolutamente magistrales. Rescataré dos:
cuando el asesino acuchilla a sus acompañantes del taxi bajo un
traveling circular imposible; y la salida del protagonista de la casa
de los tres psicópatas, atravesando el cristal y subiéndose al
tejado de la entrada, con unos planos realistas sin apenas montaje.
Eso, y por supuesto toda la atmósfera de esa noche eterna con sus
luces azuladas decorando diferentes zonas del plano. En cuanto al
suspense, es impagable el primer ataque del asesino.
No quiero olvidarme de la enorme
interpretación del siempre genial Choi Min-Sik, un psicópata
terrorífico, lleno de matices (todos ellos espeluznantes).