Parece que todas las películas chinas
hablaran sobre lo mismo. Seguramente es un problema de los
programadores de festivales (uno de los circuitos básicos del cine
oriental). Las películas chinas hablan precisamente sobre China. Y
hablar sobre China es hablar sobre cambios sociales, desarrollo
económico, fuertes saltos generacionales... ¿Cuántas veces hemos
visto a la familia mudándose de una casa vieja a un apartamento
moderno?
De todo esto habla esta película, y
sobre todo, de la problemática de la guerra y de las prohibiciones,
cada vez menos restrictivas aunque aún existentes. Por supuesto,
también nos cuenta la historia de una familia, núcleo
importantísimo del cine chino. Una familia ante una situación
complicaada. Aquí nunca se sabe si las reacciones poco creíbles de
los personajes se deben al abismo cultural que nos separa, pero creo
que en esta ocasión, determinados comportamientos van más allá de
nuestras diferencias. Considero que no es demasiado creíble y que
juega demasiado a mostrar planteamientos tipo, sin saber resolver
bien las situaciones.
Como cineasta de la sexta generación,
Wang Quan An, no es demasiado atrevido en sus formas ni busca una
temática muy activista, aunque sí es cierto que viste su película
con un contexto sociopolítico. Todo esto, no es ni bueno ni malo, simplemente quiero señalar el hecho de que no es el más representativo director de este movimiento.
Una película que ya hemos visto, amena
y con algún momento bueno, bien interpretada, pero algo artificial.