Alguien tenía que hacer esta precrítica, así que asumiré este martirio, ahorrándoselo a mis compañeros. ¿Qué se puede esperar de Street Fighter: la enésima chorrada? Pues... nada.
Aunque, bien mirado, y por hacer esta precrítica algo más sustanciosa, digamos que al menos sí hay dos cosas que se pueden esperar de ella. La primera es que al menos sea una mierda ligeramente menos mierda que Street Figter: la patochada protagonizada por Van Damme y... ¡Kylie Minogue! Es difícil superar aquel engendro, con lo cual a nada que el ridículo sea pelín más comedido, prueba superada.
El otro gran reto, que casi podría haberse vivido en directo, es el duelo de adaptaciones infumables mano a mano con DragonBall. Ni he sido un gran fan de Street Fighter, el videojuego, ni he seguido en mi vida la serie Bola de dragón. Así que mi interés, morbo o como prefiráis ante ambas lamentables adaptaciones es nulo.
Eso sí, si he de posicionarme diría que la adaptación de DragonBall promete ser todavía más infumable que ésta. De Street Fighter al fin y al cabo uno puede esperar poco más que peleas y personajes hortera. Creo que DragonBall se presta en cambio mucho más a un ridículo mayúsculo. Lo siento por los fans.
Centrándome ya en esta película, poco que decir más allá de que la guapa y exótica Kristin Kreuk (antes vivía en Smallville) dará vida a Chun Li que, según parece, será el personaje conductor de la trama. Por ahí anda también Michael Clark Duncan al que han engañado para dar vida a Balrog.
¿El director? No, gracias. (Responsable de maravillas como Doom o Romeo debe morir, que será de lo mejor que tiene.)