Tiene sus peros. Quizá la complicación de la trama eclipsa el desarrollo de los personajes, y atenúa algunas emociones. Quizá nos meta en un ciclo continuo de cambios, ahora esto, ahora lo otro... aunque el desenlace de la trama aporte la cohesión necesaria y haga que ninguna pieza sobre, durante la película parece como si se rizara el rizo excesivamente. Puede que sea un poco fantasma el final a lo superagente internacional con explosiones y helicópteros, y barquito de vela a lo final 007. Quizá hubiera sido mejor no desvelar el McGuffin del CD, o al menos no darle una explicación tan poco creíble desde un punto de vista lógico, cuando hasta entonces toda la trama estaba concebida desde una satisfactoria lógica. Y, creo que ya por último, que recuerde un poco al argumento de Desafío Total, o dicho de otra manera al relato de Philip K. Dick, donde el protagonista accede a lavarse el cerebro a sí mismo; hace que baje un poco mi valoración, por ser más previsible y menos original.
Esos son los peros. Y deberían ser suficientes para dejar, a esta película que muy buen sabor de boca me ha dejado, en nada más que cuatro estrellitas. Sobre todo por ese final helicóptero - barco, del que he hablado, pues como decían, sin aplicarse el cuento, en “La ventana secreta”, lo más importante es el final de un cuento. Y en este caso me dejó una mala sensación justo en el último momento.
Pero, y aquí está el pero a mi propia postcrítica, ¡qué difícil es ver una buena película de Ciencia-Ficción! así con C y F mayúsculas. Una que no tenga veinte minutos de golpes, tiros, y música a tope. Una que respeta las reglas del juego, donde no todo vale. Con mucha más imaginación que presupuesto. Con un ambiente al viejo estilo, al estilo que ya pocos recuerdan. Con menos ciberchorradas. Con un color trabajado, con paso firme pero tranquilo. Con algo diferente que contar. Con esa sátira de las conferencias sobre queso y demás, que me ha parecido soberbia. Con la decencia de resolver la trama después de haberla complicado, y de resolverla sin trampas ni magia, ni ecuaciones equilibradas. Con una dirección sobria pero con talento.
Porque estimo en lo que vale esta fidelidad al arte de la ciencia-ficción en este mundo de todo acción, todo efectos especiales; y por mi especial debilidad hacia este género que es sin duda mi favorito, que demonios, premiémosla iluminando la quinta estrella.