Tradicionalmente del gusto de los personajes con cierto toque en la cabeza, Milos Forman parece disfrutar cuando se decide por un film, y lo convierte en una película no sólo interesante sino completa y buena.
Goya, es mucho Goya, y este concepto de locura transitoria, de ser ido, puede que no le vaya bien a una historia que ya se ha tratado de hacer del personaje, y que merece quizás otro argumento más formal para dar vida a tan extraño pintor.
No me hace gracia que se le utilice como un loco porque al final va a marchar por esa escalera, y nos vamos a olvidar de la grandeza de un ser que vivía en muchos mundos a la vez y en ninguno. Esta puede ser la clave de mi descontento, que se profundice en mucho más que en locura y dolor. No puede ser demasiado enriquecedor para el guión someterlo a esa única regla de temperamento.
Por otro lado tenemos a la señorita Natalie Portman (V for Vendetta o Closer entre otras), insoportable como actriz en la mayoría de sus películas, que no creo llegue a siquiera hacerme creer ninguno de sus gestos, como me tiene acostumbrado. Que le guíe Bardem (Mar adentro o Collateral entre otras), si tiene tiempo con semenjante papel alrededor de un sueco vestido de gran aragonés.