Adolfo Fernández (“Vida y color” o “Febrer), Blanca Apilánez (Tapas) o Bárbara Lennie (“La bicicleta”, “Obaba”) son algunos de los integrantes de esta película de la mano de Felipe Vega (Nubes de verano), que presenta una sociedad moderna en cuanto a los sentimientos de cuantos la integran, pero que se desvanecen como siempre en el ser humano con los más importantes sobre los que decidir.
Con el cruce de vidas que se entrelazan por las necesidades y los nudos que se crean en una existencia de largos años, la película puede que sea un ejemplo reposado de las dificultades de los personajes por luchar, cada uno a la medida de sus posibilidades y encontrar el lugar cierto y real o imaginario que a veces anhelamos.
Con una buena línea de trama, con las cosas claras y el chocolate espeso y sin prisa para rodar, el film es un ejemplo claro de película seria que puede ser o no rechazada por el público menos filosófico, pero que puede ser una oportunidad para pararse a pensar en una isla de sensaciones que no queremos ahondar con demasiada continuidad. Me espero un viaje sincero, aunque tenga que hacer el esfuerzo de vez en cuando de creer algunas forzadas, aunque necesarias, situaciones.