Ojo, Mi monstruo y yo, pese al estúpido título para su estreno español y su pinta de insufrible película infantil de tercera fila, no va a ser un producto insultante. Va a estar mejor hecha de lo que pensamos, con un puntito de cariño y seriedad, con cierto respeto por parte de sus creadores hacia su propio trabajo y resultado, y con ganas de contar una historia tierna.
Esto no quita que, al final, la película sea lo que es: una ñoñería como tantas otras hemos visto, sólo que aquí habrá un buen trabajo técnico, buenos intérpretes, un serio trabajo de recreación 3D para el monstruo protagonista (se ha llevado un par de premios en este sentido) y no demasiados momentos en los que el espectador tenga que lamentar haber elegido ver esta película. Quizá ninguno. Aunque tampoco los habrá que le lleven a aplaudir o congratularse por su acierto.
El hecho de que intérpretes como Brian Cox (Match Point) o Emily Watson (Rompiendo las olas) hayan decidido participar en el film es una buena pista. Son actores de prestigio, de talento, de presencia importante en pantalla, y además, sobre todo en el caso de la Watson, no gustan de meterse en demasiadas tonterías.
En ellos hay que buscar esa pista positiva que no encontraremos en su realizador, Jay Russell, un tipo sin demasiado currículum; ni demasiado largo ni demasiado bueno. Sólo hay que recordar trabajos como Mi perro Skip o Brigada 49, aquella de bomberos con Travolta y Joaquin Phoenix. Esperemos que aquí esté simplemente comedido y se limite a cumplir funciones.
Es lo mejor que le puede pasar a un film como este; que la mayoría se limite a cumplir sus funciones, que permitan al bicho lucirse y que el chaval de turno no sea insoportable. Los secundarios darán el nivel.
Una para chavales, un rato en familia, sin exigencias.