Crítica de la película La guerra de los botones por Beiger

¡Ay, el cine francés! Quién me iba a decir a mí que el hecho de que una película venga de Francia iba a suscitar mi interés automáticamente. Máxime cuando quién está detrás es Christophe Barratier, quien obtuviera el éxito con Los chicos del coro. En esta ocasión vuelve a utilizar un reparto lleno de niños, ésta vez para volver a adaptar La guerra de los botones, basada en una novela de Louis Pergaud, y llevada al cine originalmente por Yves Robert. Se trata de una de esas películas que marcó a una generación y dió un buen espaldarazo a un tipo de cine "muy nacional" como es el francés.

Si algo nos enseña la película original es que el mundo de los niños puede ser al mismo tiempo entrañable y cruel. Quizá eso sea lo que más me preocupe de la adaptación actual: la clave del éxito de la película original es que te provoca un montón de sentimientos. Desde rechazo ante la crueldad con los animales, pasando por cierta piedad hacia ciertos comportamientos, como divertimento ante algunas ocurrencias. Uno vive la película. Y no es algo precisamente fácil hoy en día. Es demasiado fácil tirar hacia la lágrima fácil, o hacia provocar sentimientos felicianos algo vacíos. La otra clave de la película es lo bien que funcionaba el simil entre el mundo de los niños y el mundo adulto, aunque si entonces estaba manipulado para llegar a conclusiones muy de la época, supongo que ahora pasará lo mismo pero con los tiempos que vivimos actualmente.

El caso es que no hay nada en La guerra de los botones que la haga especialmente original. Es más, si has visto el capítulo de Los Simpsons donde la parodian, seguramente ya te sepas la película de cabo a rabo... pero puede ser que si se trata con cariño, cosa que Barratier ha demostrado poder hacer, podamos a estar ante dos horas de cine más que disfrutable...

Veremos.