El cine rumano está de moda. Está de
moda dentro de los circuitos festivaleros e intelectuales, claro
está. Hay toda una serie de directores que están pegando fuerte.
Hace unos meses se estrenó en nuestro país, Si quiero silbar,
silbo, que personalmente me resultó bastante pobre, pero que
demuestra que una nacionalidad, en otro tiempo tan atípica como la
rumana, ahora tiene cabida en las salas comerciales.
De entre los directores rumanos, el más
exitoso en este momento es Cristian Mungiu, quien con su aclamada
película 4 meses, 3 semanas y 2 días se llevó la palma de
oro en Cannes. Con este nuevo trabajo también ha participado en el
prestigioso festival, y tampoco se ha ido de vacío: mejor guión
para él y mejor actriz repartido para las dos protagonistas, Cosmina
Stratan y Cristina Flutur.
La película, como aquella otra, vuelve
a ser controvertida. Está insipirada en las novelas de no ficción
de la periodista rumana Tatiana Niculescu Bran. Abordará
temas religiosos y diferentes filosofías de vida. Una película
seguramente dura y densa, que si bien no es para todos los públicos,
creo que dejará muy satisfecho al espectador más esforzado y
exigente. Para muchos, una de las películas del año.