Perdonad si el título de esta postcrítica os parece poco sutil o incluso despectivo. Puede que lo sea. Desde luego no es nada condescendiente, lo sé. Pero una película como esta que nos ha ofrecido la Sección Oficial del Festival de San Sebastián recorre de pé a pá todos los clichés y tópicos de lo que ya vio hace décadas el público del neorrealismo, o más recientemente la primera hornada de cine iraní exportado.
Es decir, lo que ya algunos inventaron hace décadas, se ha ido repitiendo en países que poquito a poco iban buscando su propio desarrollo a base de mezclar su propia coyuntura social y cultural con lo que buenamente les iba llegando. Poquito después del original seguía teniendo su gracia; décadas después, no. [De hecho, ya que citaba el ejemplo de aquel cine iraní, y aunque ahora no venga a cuento, aprovecho para reivindicar mi queja: de tanto y tanto cine iraní premiado muy poco merece la pena, o los galardones.]
Y esta cinta palestina, en fin, todavía más retrasada en el tiempo. Todos, absolutamente todos, hemos imaginado perfectamente que al conductorcillo del taxi le van a pasar esas mismas historietas que, segundos después, efectivamente le iban ocurriendo. Un desarrollo de lo más candoroso e inocentón con una puesta en escena que se limita, simplemente, a lo que buenamente podían hacer con los medios disponibles.
Y, ¡qué decir!, todos sabíamos que al llegar el final en el taxi estarían el collar, los restos festivos de la boda y sobre todo la cajita en la bolsa azul de la muchacha familiar de la víctima del atentado. Una fabulita infantil y viejuna a un mismo tiempo, que a una película de por aquí no le permitiríamos.
¿Entonces por qué a esta sí? Quizá entendiendo que es una película hecha en Palestina, quizá entendiendo cómo se podría ver allí, no lo sé; quizá así se le podría permitir o, cuanto menos, perdonar. Tiene sus buenas intenciones, la habrán producido con mucho cariño y esfuerzo. El problema es, señoras, señores, del Festival de San Sebastián: Queridos organizadores, ¿qué hace esta película en la Sección Oficial?
Al final seré condescendiente, y por el esfuerzo, y las buenas intenciones, le perdono esa segunda estrellita. Pero fuerte tirón al Zinemaldi.