Vengo a sumarme a la unanimidad mostrada por mis compañeros Hypnos y Sherlock respecto al nuevo trabajo de P.T. Anderson así que tampoco me extenderé en demasía. Estamos ante una obra mayúscula.
Es curioso que, de algún modo, y continuando con el retrato de la Norteamérica de diferentes etapas del siglo XX que Anderson comenzara en Pozos de ambición, haya decidido con certeza continuar con el estilo de ésta, en muchos aspectos de puesta en escena, ritmo, montaje, recursos... para, al contrario, perfilar una cinta más simbólica y aparentemente tranquila, incluso difusa, en su narración.
Mientras Pozos era claramente más agresiva, especialmente a través de su personaje protagonista y sobre todo según la historia avanzaba hacia su tramo final, The Master decide dibujar con trazo fino pero nunca cerrado, dejando amplios espacios abiertos al esfuerzo del espectador, pero sin exigencias: Invitándole a elegir, a decidir.
Por otra parte, Anderson continúa vehiculando la película a través del enfrentamiento entre la figura del maestro y el aprendiz; en otras palabras, el enfrentamiento con la figura paterna (clave en Magnolia y en Hard eight; también lo era Burt Reynolds para Wahlberg en Boogie nights; y qué decir de Pozos de ambición). Una constante en su filmografía y que aquí aporta gran parte de la energía que desprende la película.
Por supuesto, ahí influye mucho el sobresaliente trabajo de Joaquin Phoenix y Philip Seymour Hoffman, en dos registros radicalmente opuestos, pero ambos de máxima entrega a todos los niveles. Pero, ojo, por detrás Amy Adams realiza un trabajo impecable que, sobre todo en la primera parte de la película, puede pasar desapercibido. De premio.
Se podría hablar horas sobre la manera en que Anderson construye ambientes, cuadros, impresiones. Sobre el modo en que evoluciona estos a partir no solo del estado mental de sus personajes si no del estado de la conexión entre los dos (poco a poco tres) caracteres principales. De muchas cosas, de sus elipsis, de su banda sonora (inexplicablemente ninguneada en los Oscars)... Tanto que dan ganas de sentarse a charlar, y no a escribir párrafos y párrafos.
Por favor, que nadie se la pierda.