Estamos ante la comedia de terror por excelencia de la Semana de terror de este año. No hay duda desde el título. Un delicioso sinsentido, que homenajeará y hará guiños constantes al cine casposo y de serie Z. El problema con este tipo de películas es que, aunque está claro que no hay que tomárselas en serio ni buscar en ellas mucho cine, a veces resultan demasiado poco trabajadas. No es tan fácil hacer buenos gags alrededor del cine de terror. No basta con plantar lesbianas vampiras asesinas y montar una orgía de sangre y vísceras mezcladas con humor físico y referencias a los clásicos del género. Es que hay que hacerlo de manera afinada y con chispa. Sorprendentemente, la mayoría de estas propuestas no lo consiguen. Recuerdo hace un par de años Die nacht der lebender loser, un batiburrillo de película de instituto que homenajeaba a las películas de terror de instituto que en el mundo han sido y que mezclaba perfectamente eso, el cine de zombies, y un poco de humor de porros y semen, para hacer una comedia que hizo carcajearse a toda la sala de cine. Y, repito, no es tan fácil. Por supuesto, se convirtió en la reina de los videoclubs, una película perfecta para disfrutar en el sofá de casa con los amigos.
Una opción alocada, que no hay que tomarse en serio, y donde uno debe apagar el cerebro para tratar de divertirse un rato. Lo único que pido es que no se pase de alocada y cuente una historia medianamente bien hilada.
En la cuerda floja.