Crítica de la película Lady Macbeth por Iñaki Ortiz

Clasicismo, crudeza y pasión


4/5
20/09/2016

Crítica de Lady Macbeth
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Lady Macbeth de Mtsensk es un cuento ruso de 1865 escrito por Nikolái Leskov. No es la primera vez que se adapta al cine, en 1965, lo hizo Andrej Wajda. Incluso hay una ópera de Shostakóvich. William Oldroyd, el director, lo lleva a Gran Bretaña. Su estilo es marcadamente clásico, como respetando un material de otra época. La inmersión en ese siglo XIX se hace, entre otras cosas, desde las convenciones de una fórmula más académica. La composición del plano está muy calculada, y la planificación es reposada. Oldroyd, que rueda su primer largometraje, proviene del mundo del teatro, por lo que se entiende que se sienta cómodo con este tipo de sobriedad, centrada sobre todo en los actores. Aunque todo el reparto está muy bien, destaca la joven Florence Pugh, con una interpretación carismática, apasionada y, a ratos, inquietante.

Esta forma, en principio, más conservadora, contrasta con una crudeza y realismo en las sensaciones. Hablo de la suciedad de dormir en el barro, la ropa desgarrada por el uso, el frío que se percibe en las estancias, la austeridad de una época –incluso entre los ricos. La repulsión de unos ricos que usan como animales a sus sirvientes y como objetos a sus esposas. También contrasta con una pasión desatada, una necesidad física que queda manifiesta en las escenas de sexo, o en los arrebatos amorosos.  

Esta mezcla de recato, crudeza y pasión, le dan a la película una atmósfera intensa, inquietante, de impacto –que crece con los sucesos drásticos de la trama. El resultado es una ópera prima potente, con poso, que nos avisa de un nuevo director a seguir.



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