Puede sonar ventajista venir a soltar esta opinión, precisamente, el día después de conocer que J. Edgar es una de las grandes olvidadas de los Oscars. No diré que me lo veía venir, porque realmente no creo que los Oscars acostumbren a premiar a las más merecedoras de premio, pero sí diré que yo, personalmente, siento un cansancio o una pereza creciente ante cada trabajo de Clint Eastwood.
Los tiempos de Sin perdón ya pasaron, asumámoslo. Puede ser que todavía caiga en sus manos un buen proyecto y resulte alguna buena o incluso gran película en lo que le queda de filmografía, pero presiento una cierta desidia en el tío Clint a la hora de elegir. Me da la sensación de que no le preocupa, que le da igual. Lo que me llegue; ya lo pasaré por mi tamiz de sobrio narrado clásico...
Seré más claro: Gran Torino, muy disfrutable, sí, pero ya era una vuelta fácil al viejo cascarrabias. Run for cover. Luego Invictus, Más allá de la vida, esta J. Edgar... ¿está Clint realmente interesado en esos productos tan standard, tan pre-fabricados? Lo dudo. El cansancio que siento como potencial espectador ante sus propuestas creo que es el del propio Clint a la hora de abordar cuál será su próximo proyecto... Atrás quedó el interés por pintar con un tono mortuorio y pretérito el western en Sin perdón; sus ambiciones en productos fallidos pero entendibles como, por ejemplo, Medianoche en el jardín del Bien y del Mal; qué decir de la pasión volcada en Bird...
Mucho deberían cambiar las tornas pero todo esto huele a larga y pesada etapa final en la filmografía de Eastwood. Pero que nos dure muchos años, eso sí. Por favor.