Esta es la clásica comedia de choque
de clases. Un rico rodeado de remilgados que encuentra en un
maleducado joven de los suburbios aquello que necesita. El clásico
argumento en el que puedes incluir a Whoopy
Goldberg y conseguir otra estúpida comedia llena de
exaltaciones de la vulgaridad frente a la exquisitez. La película ha
rozado levemente estos terrenos a evitar en la escena de los músicos
y el baile alternativo de Driss, pero afortunadamente ha sido algo
aislado.
En su lugar, tenemos una interesante
relación de amistad entre los dos protagonistas, con algunos juegos
pero sin demasiado artificio tonto. Además, el humor negro, algo
gamberro, bruto a veces, sirve de picante perfecto para crear
momentos divertidos y para evitar caer en el lado más cursi de la
historia.
Buena comedia por tanto, que sin entrar
en mensajes estridentes, se permite mostrar una realidad social, y
sin excesivas pretensiones, nos cuenta una historia de amistad que
sobrepone el fondo de las personas a su preparación. Una crítica
velada, quizás, a la sociedad francesa cada vez más preparada,
amable y cívica, pero que puede estar perdiendo un poco la
naturalidad y las acciones sinceras.